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Foto del escritorYoga With Camelia

Colombia Amazonia

Llegué al pueblo de Putumayo después de largas horas en el autobús local directo de Bogotá a Putumayo. 12 horas de viaje, después de haber pasado más de 20 horas volando a través del océano Atlántico y sobre territorio americano.


Situada en el extremo sur de Putumayo, Colombia, la tribu Cofán ha asentado su finca al lado de las orillas del río. Sólo se puede llegar a tierra en barco tradicional o en canoa, situado a media hora del pueblo.



Después de pasar dos días maravillosos en un encantador albergue de la ciudad, decidí explorar la zona. Tomo un pequeño refrigerio que quedó de lo más delicioso y sensacional.


Sin embargo, la parte más memorable de mi viaje fue conocer a la familia Cofán en su modesta casa en la ciudad. Su cálida y genuina hospitalidad inmediatamente me hizo sentir parte de su comunidad unida. Mientras nos sentábamos alrededor de la mesa, amablemente me invitaron a disfrutar de una comida tradicional que reflejaba su cultura.


La comida en sí fue un deleite sensorial: se presentó un plato de arroz humeante y pescado recién pescado, llenando la habitación con un aroma tentador, creando una armonía deliciosa que me dejó con ganas de más. Para finalizar la aventura culinaria, saboreamos plátanos fritos de postre, una delicia crujiente y dulce que cerró a la perfección la comida.


Esta interacción con la familia Cofán no sólo me ofreció un vistazo a sus tradiciones culinarias sino que también dejó una impresión duradera en mi corazón. Fue un momento de intercambio y conexión cultural que traspasó las barreras del idioma, destacando el lenguaje universal de la hospitalidad y las comidas compartidas.



Al día siguiente, ayudé a la familia Cofán a mudarse de su casa en la ciudad para llegar a los pies de la selva amazónica. Ha sido una locura cargar camas, sofás, muebles, utensilios de cocina, ropa, comida, básicamente todo lo que podrías llevarte al mudarte de casa, solo que en lugar de transportarlo todo en un camión a tu casa tendrás que descargarlo. ¡el camión y mueve todo a la canoa!


Empezó a llover, el nivel del agua empezó a subir, así que intentamos el atajo a través del río, tomando la canoa por unos brazos de agua muy estrechos que nos acercaban al campamento. Nuestras varas de bambú nos ayudaron a mantener a raya los arbustos y el equilibrio de la canoa. Viajamos por zonas del Amazonas ricas en belleza natural y vida silvestre.


El pueblo cofán es gente de mentalidad muy fuerte, en su mayoría guías de la selva y cazadores. En su mayoría mantienen su área de selva tropical generando ingresos con ecoturismo, tours e incluye la novedad de pasar la noche en cabañas Cofán. Alguna tribu cultiva cocaína y me puedes ver parado en medio del campo. La mayoría de las hojas de cocaína se utilizan con fines de salud, se queman a fuego lento, se mezclan hasta convertirlas en polvo, y este polvo se puede agregar a la comida o inhalar para brindarle poder y fuerza, así como un remedio para el dolor de estómago. Desarrollaron un profundo conocimiento de la naturaleza, especialmente de las plantas medicinales y venenosas que son muy evidentes en la sociedad actual. La era se está extendiendo por toda Europa y más allá. Tiene un gran impacto en los occidentales y su sociedad. La gente está cada vez más acercándose a una fase de un movimiento que yo llamaré "movimiento de curación". Esperemos que esto traiga paz a nuestro hermoso planeta.




La experiencia única que tuve con la familia Cofán fuera de la tribu fue verdaderamente única. Fue una aventura inolvidable por las selvas del Sur de Colombia, en el Putumayo. La exuberante vegetación de la jungla nos envolvió mientras nos embarcamos en este viaje, con los sonidos de aves exóticas y vida silvestre haciendo eco a través del denso follaje.


La familia Cofán amablemente me recibió en su mundo, compartiendo conmigo sus tradiciones, historias y forma de vida. Aprendí sobre su profunda conexión con la tierra, sus creencias espirituales y sus prácticas sostenibles que se han transmitido de generación en generación.


Mientras caminábamos por el terreno accidentado, adquirí una nueva apreciación de la belleza y la resistencia del mundo natural. El vínculo que se formó entre nosotros trascendió las barreras lingüísticas y culturales, creando un sentido de unidad y comprensión que las palabras no podían capturar por completo. Este encuentro dejó una marca imborrable en mi corazón, recordándome la importancia de preservar las culturas indígenas y el rico tapiz de diversidad que existe en nuestro mundo.

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